Fraga jurando los Principios del
Movimiento Nacional ante el Crucifijo y los Evangelios, con Franco de testigo.
Aquí brazo en alto con camisa azul.
Ha muerto Manuel Fraga Iribarne, ex ministro de Franco y
de Juan Carlos, ex Presidente de la Taifa democrática gallega, ex Embajador, ex
Senador, ex Congresista, fundador de Alianza Popular y refundador del Partido
Popular.
Ya te pasó el tiempo, Fraga, ahora entras en la eternidad
para dar cuentas a Dios, a aquel ante quien juraste defender los Principios del
Movimiento Nacional y las Leyes Fundamentales, nacidas de la sangre y el
heroísmo, del sacrificio y la santidad, de una Cruzada contra el materialismo
ateo. Tú que fuiste uno de los teóricos de la democracia orgánica y debelador de
los males del liberalismo, con lo que llegaste a las más altas esferas de la
Jerarquía del Movimiento. A las órdenes del Caudillo fue cuando hiciste tu mejor
obra, impulsando el turismo, que permanece como una de las grandes bases de la
economía nacional, incluso en estos tiempos de crisis.
Cuando tenías un Capitán, un jinete, un mando que refrenaba
tus instintos y domeñaba tu carácter salvaje, entonces sí se pusieron de
manifiesto tus grandes cualidades y los talentos que el Creador te concedió
abundantemente.
Pero cuando aquel Capitán, aquel gallego mucho más ilustre,
sensato, templado, heroico y santo que tú, empezó a decaer, tú empezaste a
conspirar. Y te salió por todos los poros tu soberbia, tu mala leche, eso que
llaman temperamento los paniaguados que ahora te elogian. Tú sí que eras un
dictador, de los pies a la cabeza, una furia, un elemento de mucho cuidado.
Fue cuando conociste a esa vieja prostituta, la democracia,
con la que te encamaste olvidando tus sagrados juramentos y tus lealtades. De ti
y de otra docena de padres más quedó preñada y parió la Constitución.
De ser un paladín de la Cruzada contra el comunismo y la
masonería pasaste a ser el anfitrión de la masónica Conferencia Bilderberg en tu
taifa gallega, en La Toja; y a presentar en sociedad y abrazarte con los
comunistas más dañinos y asesinos del mundo hispano, Santiago Carrillo y Fidel
Castro.
Aquí nos la dejas, señora y dueña de nuestros destinos; ya
tienes a la puta democracia por la que tanto luchaste cuando venteaste de dónde
soplaban los vientos y tu pituitaria pudo más que tu fidelidad:
Ya tienes un millón largo de niños asesinados por la ley
abominable del aborto.
Ya tienes las familias deshechas por el divorcio, el amor
libre y la coyunda homosexual legalizada como matrimonio.
Ya tienes nuestra natalidad por los suelos y una invasión
extranjera para sustituir al envejecido pueblo español.
Ya tienes a la juventud drogada, corrompida, degradada y
disminuida.
Ya tienes al Ejército como funcionario y lacayo del
mundialismo.
Ya tienes 5 millones y medio de parados, la economía
arruinada, la independencia sojuzgada, la identidad transmutada, la unidad
dividida, la religión blasfemada, el separatismo triunfante y el patriotismo
menguado. El fiero león ibero, hecho un tímido cordero.
Dijiste que “España era lo único importante” y la has
dejado hecha unos zorros para sacudir el polvo de tus zapatos. Claro que tú no
querías eso, que a ti también te parece mal, le dirás al Juez Supremo, que tu
intención era muy otra. Quizá te salude Vázquez de Mella y te señale como uno de
los que “alzan tronos a las premisas y cadalsos a las conclusiones”.
Maldito sea tu nombre, Manuel Fraga Iribarne. Maldito sea
por siempre. Por Perjurio y por Traición.
José Luis Corral.
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